El modelo de sociedad de nuestros pueblos ha sido hasta mitad del siglo XX autosuficiente.
Cada casa producía prácticamente todo lo que necesitaba en su vida cotidiana. Y lo que le faltaba, lo cambiaba por el excedente que producía a otras casas de pueblo o del valle.
De manera que la naturaleza y las personas mantenían una relación tan íntima, que a veces incluso llegaban a fusionarse, dando lugar a paisajes tan armónicos como las fajas o bancales, o los pastos del ganado.
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